El fin de semana pasado, salí con mis amigas, y eso de que MiYo salga de sus encierro natural ya es algo extraño, pero pues me despegué de la silla y bien dispuesta a ver a Wanda, me quedé de ver con Tukitti Mamirrina y la Mija en el metro"Q" (si si... el metro Cu).
Pues como cualquier día, sin niños (porque dicen que siguen de vagaciones), espera uno encontrarse con un transportepúblicometroALIVIANADO, boleto en mano, pasas por el torniquete que te lleva al inframundo de la Ciudad de los Palacios, bajas las escaleras y se ven los dos monstruos naranjas con las puertas abiertas, y la estampida de personas no se deja esperar, corren todos prestos a brincar al interior so pena de quedarse prensados por las puertas del metro.
Eran como las 5 de la tarde, y a esa hora ya está la distinguida sección para mujeres y niños (los primeros vagones), alcanzamos buen lugar las tres, pero la cosa no avanzaba y se llenaba de mujeres y más mujeres y el calor se encerraba... A la media hora aquello era un ramillete de damitas tratando de guardar la calma y el glamour; por fin se cerraron las puertas y avanzamos hacia el metro Copilco.
Cuando tarda tanto en salir el metro, lo primero que te viene a la mente es: esto va a ser desmadre! y va a estar hasta la Madre! Solo falta que llueva! Y en efecto, después de Copilco fue todo un viacrucis. Los vagones estaban mas rellenos de gente que bubi de Sabrina con silicón.
La Mija bajaba antes que Tukitti y yo, fue todo un show acercarse a la puerta,pero lo logró. Nuestra huida del vagón sería más difícil, pues bajabamos en Hidalgo, las mujeres ya no cabían en el vagón y aún así seguían entrando hasta que ya no dejaron entrar a nadie más. Entre piquetes de costillas, bolsas, bultos, niños llorando y cínicos vendedores ambulantes, algunas usuarias se reían... no se si porque tomaban todo aquello con filosofía y les iban picando una costilla.
tres estaciones antes de la que era nuestro destino de llegada,decidimos ir acercándonos a las puertas, cosa imposible, no nos movimos de donde estábamos; la gran masa de féminas se organizó (porque sabemos que la estación Hidalgo, es de las más concurridas), todas las que iban a bajar ahí se acercaron y se desplazó a las que podían ser llevadas en aquella corriente humana a un destino que no les tocaba.
No pude resistir las ganas, y saqué mi cámara. Salimos y fue como volver a nacer, me sentí como potrillo recién nacido, con las patas temblorosas y mojada con sudor de no se cuantos cuerpos y al borde de la claustrofobia. Buscamos la salida, y la luz brillante acompañada de aire fresco y lluvia nos regresó al mundo exterior.
Aquí un claro ejemplo de la hora TEPICO, en el inframundo de la Ciudad de los Palacios.
En días como ese, puede ocurrir lo siguiente... entras glamurosa y fresca, y después de unas horas, empujones, gritos y un sauna de calor humano te transformas:
4 comentarios:
Graciass Dios que hace mucho que no me subo a un vagon de metro aun lo recuerdo y me dan ganas de no volver jaaaaaaaamas
Miyo, me gustó el relato sobre el metro, con algo de humor. Ah!...allá tienen a Sabrina!...es argentina la "pechugona"(así le decimos aqui,a las de pechos grandes). Un nuevo saludo desde Argentina.
jajaa! así es Oscar, aunque desde que no veo televisón no se donde ande ahora ;)
Estar aguantando gente y olores en el metrito es... una estrella más del Canal de las Estrellas (¡qué pendejadota acabo de escribir pero no se me ocurrió nada más)
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