lunes, 1 de junio de 2009
Ranas en la puerta
Escribí un cuento el otro día para mi querido Marcelo, y decidí que también haría las paces con esos curiosos animales anfibios, y justo la noche que lo redacté me salió una rana al encuentro. Se quedó a la mitad del camino casi de espaldas a mi y creo que tenía toda la intención de no moverse... Yo con con un rictus de espanto en la cara, brinque a la ventana más cercana mientras siseaba entre dientes:
-Shhhhh!! Shhhhh!! vete rana!!
Y la rana no se movía ni un centímetro, ni parpadeaba, solo me ignoraba, cuando analicé otra ruta de escape y miré a otro lado la ranita no más grande que un coco seco se esfumó, así que aproveche la oportunidad para pasar más veloz que un rayo imaginando que tal vez me esperaría detrás de la máquina de dulces que esta pasando esa puerta, y con un salto a mis pies desnudos me arrancaría un grito de terror en medio de la noche.
Ayer, que salí de la oficina para dirigirme a mi dormitorio, se repitió la escena de la rana guardiana de la puerta, solo que esta vez no era solo una, eran 5, 4 grandes como toronjas y una más pequeña como del tamaño de una naranja. Mi paso se frenó y solo di media vuelta busque las otras escaleras, claro hechando un vistazo, no fuera que me tendieran una emboscada.
Hoy en la noche espero no dar la vuelta completa, y al menos mirarlas un rato para irles perdiendo el miedo sin fundamento que les tengo.
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