Crónicas del ADO y muerte de una epidemia anunciada

Hoy he salido de la Ciudad de los Palacios para retornar al campo, a mi tan esperado y a la vez no deseado retiro espiritual para terminar la redacción de mi trabajo de 'tesis', el cual hasta este momento es tan etéreo como la fresca humedad de las 6 de la mañana. He aquí las crónicas:

Salí de casa hecha rayo, iba más rápido que Flash (si, el de las medias rojas), a 30 min de perder el autobús, en el trayecto pensé -que más da, ya te esperaste casi 5 meses que mas da una noche más. La radio del carro iba encendida, en no se que estación donde la locutora hablaba de orgasmos, y describía con acento orgásmico tan suculenta sensación, además de leer una llamada de una radio escucha que daba modales para degustar frutos (orgásmiscos) y claro todo leído con el orgasmo en la lengua y que llegaba a mis oídos en ese momento nada conectados a mi cerebro que decía orgásmicos-perderemos el ADO nada orgásmico!

Baje del auto y corrí con lap en mano,sombrero de vaquerita, mochila y maleta al hombro sintiéndome algo ridícula, como si el resto de la gente supiera que iba ya tarde y que 'oso' si me dejaba el camión;en la taquilla muy chistocito el hombre de los boletos me decía si ya no traía mas equipaje porque si compraba el boleto tenía que abordar ya, ya, ya! casi casi teletransportarme cual viajera intergaláctica de StarTrek, al final lo compre y corrí como diablo a la puerta 15, abrace a mis padres, le avente mi maleta al maletero, busque mi asiento y salió el camión.

La muerte de la epidemia anunciada.

Abrí mi mochila, saque unos chicles de sabor exótico que compre en la mañana me comí uno y me puse mi mascarilla, si, una mascarilla que si la ves se desata ese 'miedo a lo que no se conoce pero que dicen que ahí está' (la influenza). Me sentí como morador de las arenas de Star Wars o como gente del desierto de la peli de Mad Max, era yo la única loca que tenía disfraz, no eramos muchos pasajeros, pero se me quedaban mirando como si le fuera a decir que había un contagiado en el camión y dos muertos en el maletero y terminariámos en algún laboratorio llenos de mangueras. Saque el i-pod genérico y justo antes de darle play, asientos mas adelante un señor comenzó a toser, a nadie mas que a mi parecía importarle esa tos, que después fue seguida de los estornudos de una mujer gorda y tos de un niño. Después de la cuarentena en la ciudad y el retorno de las cosas a la 'normalidad' parecería que jamás pasó un virus 'altamente contagioso'por nuestro país, y así la epidemia anunciada moría a cada kilómetro recorrido, a cada minuto que transcurre, y se ve como una historia amarillista que salió en 'Alarma'.

Al fin llegué al pueblo, y sin vomitar, compro un jugo artificial de naranja (que ironía... estando en la capital mundial del cítrico), no hace calor como yo esperaba. Salgo y tomo un taxi que me trae hasta el rancho, y para mi suerte esta los vigilantes que no se acuerdan ni de su propia cara cuando se ven al espejo, parece que no me dejaran pasar, pero una llamada lo arregla todo.

LLego al segundo filtro, el vigilante de los albergues (que suerte de perro... otro que también sabe quien será, y seguro dijo lo mismo de mi). Se me queda viendo y dice que no me dará habitación porque no sabe cual me toca (y son las 5:30 de la mañana), que me espere hasta las 7:30 am hasta que llegue el encargado de los albergues.

Me mudo a la cafetería desde donde redacto este post, me tomo mi jugo falso de naranjas mecánicas, y los mosquitos se toman unos Bloody Miyos, disfruto del amanecer, que esta increíble.

Aunque me sea para mi misma increíble lo escribiré: ya extrañaba el campo, este lugar donde pase tantas cosas el año pasado, mi tercer hogar, parte de mi alma mater. Te amo y te odio maldito Clarín de porquería!!

Ahora espero terminar pronto lo que he venido a hacer aquí,
y largarme a donde sea menos aquí.